“¡Si el cielo me hubiera concedido tan solo cinco años más, me habría podido convertir en un verdadero artista!” Hokusai.
Si hay una obra pictórica conocida de Japón por todo el mundo esa es “La gran ola de Kanagawa”, (Á•û•àÂ∑ùÊ≤ñʵ™Ë£è, Kanagawa Oki Nami Ura) del artista Hokusai, y es que las obras de este pintor son símbolos de Japón al igual que el monte Fuji. Hokusai (ËëõÈ£æ ÂåóÊñé) nació en 1760 en Edo – actual Tokio – en una familia de artesanos y desde pequeño mostró inclinación por el dibujo y el arte. Tanto es así que fue adoptado por un famoso artesano de Edo, Nakajima Ise – fabricante de espejos para el shogun – con el que trabajó como aprendiz.
Tiempo después se empleó de grabador en un taller y más tarde recibió clases del maestro grabador Katsukawa Shunshō (ÂãùÂ∑ù Êò•Á´†). Shunsho era un artista de ukiyo-e (ʵƉ∏ñÁµµ), técnica de grabado en planchas de madera en la que predomina la temática paisajística, costumbrista, del teatro y erótica, ukiyo-e significa “imágenes del mundo flotante”. En esta época, con el maestro Shunsho, Hokusai se dedicó a pintar actores de Kabuki. También destacó en la creación de piezas de surimono (Êë∫Áâ©), que son una unas xilografías para ocasiones especiales, parecidas a las tarjetas de eventos o los anuncios.
Publicó todos estos trabajos con el nombre de Shunro (ÂãùÂ∑ù Êò•Êúó) aunque a lo largo de su vida utilizó numerosos seudónimos. Cada nuevo período en la evolución de su pintura lo inauguraba con un nuevo seudónimo (utilizó cerca de treinta seudónimos). Hokusai a lo largo de su vida ilustró antologías de poemas, libros eróticos y shunga (grabados eróticos).También se dedicó a ilustrar yomihon (Ë™≠Êú¨, lectura-libros), que era un género de novela de corte moralista e intelectual que incluía algunos dibujos. Pero sus obras más destacadas son los grabados, me refiero a obras como la serie “Treinta y seis vistas del Fuji” que incluye la famosa ola, o “Vistas de puentes famosos” y “Nieve, luna, y flores”.
Su trazo es sencillo, rápido y capta la esencia del momento. Si miras sus obras están vivas, tienen movimiento. Los pintores occidentales del siglo XIX quedaron impresionados por Hokusai y el ukiyo-e. Artistas como Lautrec, Gauguin, Van Gogh, Monet y Degas se vieron influidos por el arte del grabado nipón. Van Gogh llegó a afirmar sobre los pintores japoneses: “Son capaces de hacer una figura con unos pocos trazos seguros, y que parezca tan fácil como abotonarse el chaleco”. Es fácil encontrar la huella japonesa en el cuadro “Iris” de Van Gogh.