Hace poco tiempo os contamos muchas cosas sobre las geishas y su formación, el arraigo en la cultura y os detallamos circunstancias sobre cómo ofrecen sus servicios. Hoy queremos contaros más cosas sobre las Geishas actuales. Las “Geishas Millenial”.
Las “Geishas Millenial” han escogido este camino por vocación pura. Nada ni nadie les ha obligado. Escoger esta vida, no es sencillo. La ardua formación en los ‘okiya’ debe estar acompañada por una talla adecuada (no superiores a 1,63 metros de altura y 50 kilogramos de peso) que les permita lucir los valiosos ‘kimono’ de talla única y no ser jamás más altas que los futuros clientes. Algo muy rechazado en el oficio.
Teatralidad y negocio al margen, la vocación de estas chicas es incuestionable. Actualmente no sólo existen, sino que únicamente aceptan clientes de clase social elevada, para atenderles -como ya os contamos- en los ‘ochayas’ o “casas de té” en celebraciones destacadas o reuniones. A pesar de la proliferación de excepciones para más clientela en las calles de grandes ciudades.
Los precios, como quizá recordaréis, oscilan entre los 150 y 250 euros de media y por persona o comensal. Su enorme cualificación y cultura en artes de todo tipo, lo merece. Fueron sin duda un bastión en el crecimiento de la economía japonesa, en ciertos momentos históricos de flaqueza.
El gremio cuenta con un sindicato cuyo número no supera el millar de mujeres, y acceder al sector queda vedado a las jóvenes autóctonas japonesas, cuya delicadeza y armonía es muy característica. Con una preferencia notable por las mujeres de Kioto, cuyo acento es muy buscado para recitar versos y canciones en el desarrollo de las veladas.
Las relaciones afectivas están totalmente vedadas en la profesión, sin embargo, resulta muy beneficiosa una fructífera relación profesional sin ataduras con algún cliente habitual. Esto puede ser capital para el enriquecimiento económico y el desarrollo profesional de las ‘Geishas’.
Las citadas “Geishas Millenials” han aumentado en altura media (hace relativamente poco, el límite de altura y peso era de 1,60 metros y apenas 43 kilogramos) y la formación dura tres años más. Además, esta carrera formativa se ha retrasado desde los 12 -14 años, hasta los actuales rangos de 15 a 17 primaveras de edad.
La gran condición para acceder, es la renuncia previa a todo lo anterior. La dedicación recuerda a la de una carrera vitalicia o al encierro voluntario de las personas de fe en todo el mundo. A cambio reciben ‘kimono’ valorados en 50 mil yenes (cada Geisha requiere de unos 40), manutención completa y alojamiento. Poseen un horario digno del sacrifico de su formación: comienza a las 9 de la mañana y finaliza -muchas veces- más allá de las 2 o 3 de la madrugada (si han de atender a clientes en el oficio).
El ‘taiko’ (tambor), la ‘shakuhachi (flauta de bambú) o el ‘shamisen’, son algunos de los instrumentos que dominan. Son fervientemente instruidas en la oralidad y en materias densas como política y matemáticas; y cada tarde, se engalanan en ceremonias que pueden durar más de dos horas. Además de tener que peinarse y maquillarse.
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